La rotonda es el mejor cruce
Quien se acerca a la ciudad alemana de Stade y deja la autopista para dirigirse hacia el centro se da cuenta rápido de que la ciudad tiene inclinación por las rotondas. El consejo municipal tiene claras las ventajas: las glorietas son más seguras y generan un mejor flujo de tráfico.
Es el caso de otras ciudades de Europa también. La rotonda está de moda, aunque no siempre fue así. "La glorieta está viviendo de alguna manera un renacimiento", dice Detlev Lipphard, del Consejo Alemán de Seguridad Vial. Tras un éxito en los años 60, los planificadores de tráfico pasaron a decantarse más por los semáforos, pero en los últimos diez o 15 años, la tendencia ha vuelto a cambiar, según Lipphard. Reino Unido y sus "roundabouts" son un modelo, así como Alemania, Holanda y Suecia. En todos esos países se ha registrado una caída en el número de accidentes.
Especialmente seguras resultan las rotondas pequeñas, aquellas en las que sólo hay una dirección de circulación con un diámetro de 26 metros y una isla en el medio en la que hay plantas no sólo por motivos decorativos, sino para romper el eje de visión del conductor. La colina elevada en la isla refuerza el carácter de cruce y hace que el conductor frene antes y más. La velocidad en este tipo de glorietas raramente supera los 25 km/h.
Cada vez son también más apreciadas las minirrotondas con un diámetro de entre 13 y 22 metros con islas que pueden ser atravesadas por autobuses y camiones de carga.
Los números en Alemania indican que las rotondas dentro de una localidad son mucho más seguras que los cruces simples o con semáforos. Pero también fuera de poblado, donde se puede circular a mayor velocidad, las rotondas reducen los accidentes.
"Una glorieta ofrece claramente menos puntos de conflicto", afirma el experto Lipphard, que da la clave del éxito: "Un cruce normal de cuatro brazos tiene 32 posibles puntos de conflicto. En una rotonda, en cambio, sólo hay ocho".
Cuando un conductor quiere girar a la izquierda en un cruce, debe prestar atención al mismo tiempo al tráfico en dirección contraria, a los peatones, las bicicletas y al semáforo. En una rotonda, interfieren menos flujos de tráfico y además, el conductor debe tomar comparativamente decisiones más fáciles y una detrás de otra, afirma Lipphard.
Siempre hay, sin embargo, cierto riesgo. "El talón de Aquiles son los peatones y los ciclistas", asegura Lipphard, ya que sobre todo los ciclistas pueden no ser vistos al girar. Por eso las autoridades recomiendan en los cruces evitar los carriles especiales y favorecer un tráfico mezclado.
A veces las normas de las rotondas pueden resultar confusas, aunque en realidad son simples: no existe la preferencia para el tráfico que viene de la derecha. Al entrar en una glorieta no hay que indicar con el intermitente, pero sí al salir de la misma. Lo más peligroso puede resultar no activarlo al salir si hay un peatón o un ciclista que espera para cruzar. Las rotondas más peligrosas suelen ser las de doble carril, ya que el cambio puede conllevar situaciones críticas.
Para las ciudades este tipo de cruces resulta caro, pero el Club del Automóvil de Alemania (ADAC) no cree que el semáforo sea más barato. "Aunque los costes únicos de una rotonda son más caros, no hay costes laterales y de funcionamiento como la electricidad o el mantenimiento con los semáforos", afirma Wiebke Thormann, de ADAC.
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