Remiendos que no remedian

Remiendos que no remedian

LAS TUNAS.— Favorable acogida ha tenido entre conductores estatales, propietarios de vehículos particulares y otros usuarios de la vía, la información publicada el pasado 30 de enero en las páginas de Granma, acerca de acciones encaminadas a mejorar la carretera central en territorio avileño.

Magnífico sería que ese empeño pudiese abarcar otras zonas y tramos, incluso peores, de la principal vía asfáltica cubana.

Tristemente célebres resultan las irregularidades que se han venido amontonando como consecuencia del "irregular" trabajo hecho, rehecho y vuelto a hacer en la propia división de Ciego de Ávila con Camagüey, en segmentos de carretera pertenecientes a Sibanicú, cercanías de Martí en dirección Este, inmediaciones e interior de Guáimaro, zona de El Salado (rumbo a Granma), Palma Soriano-Contramaestre, por solo mencionar algunas llagas neurálgicas.

"Es muy difícil pasar por esos lugares sin tener que reparar después rótulas, terminales de dirección, revisar amortiguadores, ajustar tuercas, etcétera" —afirma Miguel Peña, propietario de auto ligero.

Similar criterio prevalece entre varios conductores de camiones, rastras y ómnibus nacionales.

Con más de 30 años en ese oficio, Eliécer Machado Pérez considera que "el mal estado de la carretera no solo destruye al ómnibus: también acaba con la salud de los choferes, porque multiplica el agotamiento del cuerpo y nos mantiene en un stress permanente por el peligro de accidente o de rotura".

Testigo de ese panorama, presente también en vías como la que une a Holguín con Bayamo o a Manatí con la carretera que conduce hacia la playa de Santa Lucía, Mario Aguilera, inspector de Ómnibus Nacionales, ha calificado más de una vez como verdaderos "magos del volante" a quienes no tienen otra alternativa que transitar por dichos lugares.

Tales puntos de vista tienen como substrato real la creciente presencia de baches, hoyos, grietas, badenes, costurones o pegotes de asfalto mal situado, reblandecidos por el sol y amoldados en miles de irregulares y caprichosas formas: ninguna de ellas a la medida de lo que exige una vía segura.

¿Cuánto pierde el país en piezas o componentes de sistemas de dirección, suspensión, freno, embrague, llantas deformadas o neumáticos reventados, como consecuencia del deterioro de la carretera y del preocupante estado en puntos muy concretos de ella? Posiblemente nadie pueda precisarlo con exactitud.¿Cuánto ha invertido Cuba "arreglando" hoy el mismo tramo que fue "reparado" un tiempo atrás, pero que ya había sido remendado varias veces? Difícilmente exista ese dato.

¿A quiénes o cuántas veces se les ha cobrado el dinero proporcionalmente equivalente a la mala calidad del trabajo realizado? Sería interesante conocerlo. ¿Cuántos accidentes de tránsito están asociados a esa causa?

Construida entre 1927 y 1931 y considerada una maravilla de la ingeniería civil cubana, la carretera central sigue soportando estoicamente un tránsito no solo muy superior en número de vehículos, sino también aplastante en términos de peso o tonelaje.

Las condiciones económicas y financieras no han permitido emprender labores que resuelvan de una vez y por todas la tendencia que ha prevalecido durante años a realizar asfálticos e insuficientes remiendos, que muchas veces terminan siendo peores como remedio que la propia enfermedad.

Acerca de la adversa coyuntura económica hay información, conciencia, claridad. Lo incomprensible es que, aún pudiéndose, no se haga un mejor trabajo con los recursos disponibles.

Según muchos choferes, a veces da la impresión de que las acciones de mantenimiento se realizan para cumplir una tarea, una orientación o un plan, sin que medie preocupación por lo que se hace ni control de la calidad por parte de quien corresponde.

A alguien, además de los vehículos y sus verdaderos dueños, tiene que dolerle la indolencia a fondo, la superficialidad a superficie de asfalto.

Conocido es lo sofocante que resulta preparar la vía, aplicar el material hirviente, regarlo, compactar..., sobre todo en los horarios más soleados del día. Tampoco son secretas las insuficientes condiciones en que laboran esos obreros: no siempre ni todos pertrechados de sombrero, camisa de manga larga, calzado resistente, agua, alimentación, atención en el sentido más humano de la palabra.

Entonces sería necesario resolver, en lo posible, los problemas que gravitan sobre ese asunto en el orden material (dinero, combustible, calidad del asfalto... ) y suprimir aquellos que desde el punto de vista subjetivo (organización, sensibilidad, atención) le atañen.

Ojalá los avileños marquen punto de despegue hacia un rigor superior en esas acciones, para que, por imitación a lo bueno o por vergüenza ante lo malo, en otros tramos y vías del país no continúe cimentándose cierta chapucería, que malgasta recursos, desangra arcas y no resuelve definitivamente el problema. Por Pastor Batista Valdés

Datos de la Fuente del Articulo
Fecha: 
2014-02-05
Fuente: 
Granma