Sancti Spíritus: Indisciplinas sobre ruedas

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En los ómnibus urbanos a menudo se cometen indisciplinas sociales. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

“¿Quién será el último?”, pregunta alguien todavía con el sueño dibujado en el rostro en la primera parada de la Ruta 6 desde el Camino de La Habana, en la zona norte de la ciudad de Sancti Spíritus. La cola crece y crece, quizás unos 20 ya en la espera. Y llega la guagua. Los asientos son ocupados. En el recorrido, el pasillo se llena y más adelante ya ni espacio hay. “Un poco hacia atrás que nos hace falta irnos”, “En el medio está vacío”, “Otro pasito”, son algunas de las voces que se repiten.

Indisciplinas a exceso de velocidad

Cuando de tomar un autobús urbano se trata hay quien pierde la paciencia, porque ha esperado mucho o por la premura de su gestión, y quiere ir al menos en el último escalón para subir a la puerta, aunque sepa que es un peligro, pues puede recibir un golpe al abrirse. Y así se va, pese a que los ómnibus marca Diana, que son mayoría en la circulación en la ciudad cabecera con más de una veintena, acepten 15 personas de pie, de acuerdo con el sistema de seguridad por el que se rige el Mitrans, y lo confirma Osvaldo Díaz Fasco, especialista de la Subdirección de Operaciones en la Empresa Provincial de Transporte.

Claro está, los propios directivos reconocen que el servicio urbano de transportación de pasajeros en la ciudad de Sancti Spíritus, igual que si se le hiciera una radiografía a la mayor parte del territorio nacional, no cubre todas las necesidades ni la demanda de movilidad de la población. Algunos vehículos del parque automotor permiten hasta 90 personas por cada viaje y los articulados, una cifra superior, pero tienen en contra que en la mayoría de los casos superan los 20 y hasta 30 años de empleo, entre ellos los de marca Girón y los Daewoo, no así los Diana, que circulan hace apenas unos cuatro años por las calles de la villa del Yayabo.

Y como la moneda también tiene dos caras, es válido reconocer la apertura de la Ruta 6 en el 2016 y la entrada en circulación de la 1 y los taxibús el pasado año, con distancias recorridas, solo en el tramo de ida, de 6.1, 8, 6 y 6.5 kilómetros, respectivamente; y que han enlazado al Camino de La Habana con Jesús María; Toyos y Escribano, con el 23 de Diciembre, en Colón; la terminal de ómnibus con el Policlínico Sur; y El Chambelón con el parque Serafín Sánchez Valdivia.

Las historias que transitan en las guaguas no terminan, los choferes también son blanco de las acciones inescrupulosas de algunos viajeros. Todavía se hace eco aquel que recibe un montón de críticas de quienes quieren montar sacos o jabas con recipientes llenos de petróleo, o los que en estado de embriaguez o con botellas en mano pretenden hacer de la guagua un espacio de fiesta.

El cuento parece el de nunca acabar cuando más de dos embarazadas o madres con niños pequeños en brazos intentan subir a un ómnibus. Los asientos asignados formalmente para estos fines, solo dos, y que incluyen igual cantidad para las personas con alguna discapacidad —en previos convenios del sector con la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores —no alcanzan. Allí comienza otra película, se hace necesario recurrir a la conciencia, dirían algunos. Muchos de los que están delante viran el rostro y se hacen los entretenidos, hay quien no para de conversar para que ni le pregunten; como también entre el lleva y trae de la demora se para alguien del asiento, por pena quizás, y lo cede a esos que lo necesitan.

“Por favor, pasen los 20 quilos”, dice otro conductor porque sabe que de la recaudación depende su salario, el pago del combustible, el mantenimiento y varios etcéteras de una larga cadena; porque hay quien se hace el tonto para obviar el pago que desde septiembre del 2016 se unificó a este precio, con excepción de los taxibús. Ese, fresco como una lechuga entra al ómnibus por la puerta trasera y evita depositar el menudo en la alcancía, indisciplina de la que no escapan jóvenes ni adultos.

Si bien hasta el momento las regulaciones en el sector no incluyen acciones en cuanto a prohibir la reproducción de música, deberían regularse los volúmenes que ponen el cerebro a punto de explotar, y no precisamente al compás de la de buena factura. Algunos quizás se plantean que escuchar radio no moleste, pero, claro está, hay que evitar el escándalo, “que uno no está en la Plaza Cultural”, afirma Díaz Fasco.

Todavía hoy es un sueño que pudiera materializarse en el futuro la construcción de ómnibus Diana en la empresa Evelio Prieto Guillama, de Artemisa, con tres puertas; pero son solo eso hasta el momento: ideas, y no realidades, que pudieran favorecer la movilidad desde estos medios de transporte. La práctica ha demostrado que se vuelve un problema, tal vez alguien acote que es un huracán de categoría cinco, sobre todo en los horarios pico, cuando las personas se dirigen al trabajo, al mediodía o la salida escolar en la tarde, que convierte las paradas en más que una concentración popular.

Diría, al ajustar el contexto a la frase conocida del cabo Pantera, el humorista Ángel Ramis en el programa televisivo ¿Jura decir la verdad?, que ya está fuera de la pantalla chica: “Él que no ha montado en guagua, ¡no sabe lo que es la vida!”.

Lauris María Henriquez

Datos de la Fuente del Articulo
Fecha: 
2018-01-11
Fuente: 
http://www.escambray.cu/2018/sancti-spiritus-indisciplinas-sobre-ruedas/